Desde el corazón de Galicia, Mamá Chicó abre su primer restaurante en Madrid, como ellos mismos dicen “con el propósito de recuperar el gusto por lo casero y hecho a mano, en tiempos que lo industrial prima por encima de lo artesanal”.
Acompañada de una decoración cuidada al milímetro, la iluminación da forma a este concepto a través de un juego de luces y sombras que confiere a todo el restaurante un ambiente cálido y acogedor.
Para la realización de este proyecto se trabajó con acabados de latón envejecido y cepillado, tulipas de vidrio acanaladas, y cubiertas de vidrio transparente burbujeado entre otros materiales.